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OLGA DIEGO Y LA DEFINICIÓN
Comisariado y texto de Teresa Lanceta

Arte en la Casa Bardín. Diputación de Alicante. 2014

Para cualquier persona a la que le guste dibujar, la definición de la RAE, resulta insuficiente. No es posible que un acto tan humano, cargado de intenciones y con un sinfín de posibilidades y resultados, se despache en unas frías líneas. Olga Diego ha pensado mucho sobre las restricciones ejercidas sobre determinadas definiciones por lo que se arriesga a encararse con el término y a desvelar lo que oculta el diccionario.
Nos dice: dibujar es pensar, dialogar, avanzar, comprometerse, gozar, crear…

DIBUJAR ES DIALOGAR. Dibujar obedece a un instinto primario del que se extrae un extraordinario beneficio. A través unos medios sencillos, lápiz y papel, perpetúa aquella acción primigenia, casi refleja, aunque no exenta de voluntad, en la que el brazo y los dedos se extienden para dejar en la tierra o en una roca, ahora en el papel o en una tablet, una huella, una señal o un mensaje. Útil o no, el dibujo es un vestigio de diálogo, de información y transformación. Y de voluntad creadora. Dibujar aúna habilidad manual, pensamiento y emoción de una manera sencilla, directa y gratificante.
Olga Diego da vida a unos individuos cuyo sexo les hace la vida compleja pero rica, que desdoblan su yo encorvándose bajo el fuego, que vuelan surcando el aire gracias a unos globos que tiran de sus cabezas o que deambulan empequeñecidos entre la multitud, asimismo nos muestra animales, de una humanidad infinita y herida, unidos a sistemas eléctricos de programación electrónica capaces de insuflarles aire haciendo de ellos esculturas. Todos estos personajes son interlocutores de los propósitos de Olga, de sus designios y sus ideas.
Los dibujos entrelazan a los artistas con los espectadores en un discurso de emociones, conocimientos y arte. Simplemente a través de unos trazos hechos sobre un papel con un lápiz, empieza el diálogo.

DIBUJAR ES AVANZAR.
Los cuadernos de artista son documentos extraordinarios; utilizados a modo de diario ponen al descubierto el sistema de trabajo, el proceso y la metodología, algo que, habitualmente, es ignorado por el público al quedar velado por el resultado final. Olga Diego escribe y dibuja en las páginas de sus cuadernos, el desarrollo de sus proyectos, sus descubrimientos y avances. Las anotaciones, cálculos, esquemas y dibujos guardados en ellos muestran cuál fue la idea inicial, cómo ha ido transformándose y finalmente cómo se ha formalizado. En estas libretas, concreta algunos de los enormes hinchables y artefactos que ha expuesto en importantes espacios públicos. Construcciones todas ellas complejas con programación eléctrica o informática que permiten la interactuación del público, como la Roca presentada en la Sala Mustang o el Gulliver en el Centro Cultural Las Cigarreras, donde se invitó al público a finalizar el gigante con dibujos y grafitis.
En general, los cuadernos nos revelan su forma transversal de trabajar, sobre unos temas que se prolongan en el tiempo más allá de las exposiciones y que están abiertos a interferencias y contaminaciones, es decir la serie de fuego puede incorporar la de vuelo, la de género lanzar un guiño a la de la multitud o convertirse en un artefacto.
No obstante, es preciso advertir que, aunque estemos hablando de esbozos y apuntes, la despreocupación por las formas y la composición no les resta cualidades creativas, al contrario, les aporta frescura y un interés añadido. Así es que en esas páginas donde los proyectos avanzan, se encuentran algunos de sus mejores dibujos, lo que, a nosotros, también nos hacen avanzar.

DIBUJAR ES COMPROMETERSE.
Desde que en los 60, el cuerpo pasó de objeto a sujeto de la obra artística, no ha dejado de estar en la palestra. Su capacidad para cambiar cánones, transmitir ideas, emociones e incitar a la reflexión lo convierte en tema, lenguaje y paradigma.
Olga Diego dibuja incesablemente la complejidad de unos personajes sublimes sin más mácula que la que le atribuyen ojos maliciosos y ofuscados corazones. Olga desnuda los cuerpos, incluso el suyo propio, para expandir una conciencia más abierta y justa hacia determinados colectivos pero mientras, en sus performances o en sus vídeos, muestra un desgarro y desasosiego profundos y la absurdidad que subyace en las cuestiones de género, transgénero o de la discapacidad, en unos dibujos donde la visión es poética incluso lúdica. Parecen alertar de que el cuerpo, trascendente o no, es lo que somos y tenemos por lo que hay que atenderlo y respetarlo antes de que la muerte nos lo arrebate.
Olga no hace una reivindicación estridente, cómo solían hacerlo los artistas en los sesenta o setenta, su propuesta es callada, casi amorosa, no hay mayor exigencia que la del respeto. El personaje bicéfalo que expande humo de sus manos, o aquel otro al que le sale fuego de su cabeza son bailarines de la vida, personajes sutiles como el que le susurra a su amada, su amor desde su garganta traqueotomiazada.
La batalla está en el corazón de quien incrimina y persigue, no existe para quien la diversidad es una riqueza. Dibujar no es solamente contar, sino hacer ver, comprometerse.

DIBUJAR ES GOZAR.
La obra de Olga Diego presenta un plus de adrenalina: ella se la juega cada vez, no solo aquel día que, ayudada por amigos y familiares y con la única protección de un casco de moto, voló en globo sobre la playa del Carabassí y que acabó con la amonestación de un guardacostas. En aquel ambiente festivo y playero, Olga comprendió lo que en su interior ya sabía, que la fragilidad era su fortaleza, que los espectadores, sus compañeros y que lo inesperado formaba parte de su trabajo incluso cuando se combina con el riesgo y las contingencias. Allí, aquel día, el azar se suma como un componente de creación junto a motores reciclados y a programas informáticos aquellos que establecen movimientos a sus hinchables y artefactos y el público se hace partícipe incluso co-autor de sus instalaciones efímeras. La aventura se hace fuerte en medio de la alegría y la diversión. En sus dibujos, se trasluce la búsqueda pero también el descanso, el goce de la arriesgada y aventurera Olga Diego. No hay que temer a la noche porque allí en la playa del Carabassí mientras el globo la mecía por los aires y los últimos destellos de la luz del día entraban en las sombras de la noche, voló.

DIBUJAR ES CREAR.
A través de los temas a los que aluden estos dibujos, sean cuestiones íntimas o sociales o de los cálculos y esbozos para la construcción de los hinchables escultóricos o artefactos, a través de todo ello pero más allá hay un lenguaje, un lenguaje artístico y en él volvemos a encontrarnos con Olga, la artista que traza líneas, manchas, vacíos, sombras, algunas marcadas, otras diluidas incluso perfila personajes y animales con humo y fuego. Miremos directamente los dibujos, cómo han sido hechos, sentidos y podremos ver que Olga no solamente tiene un criterio sobre la identidad, la fragilidad o el absurdo sino que sabe sostener, comprender y dirigir las herramientas que su arte le pide y trazar con ellas la línea que une ambas orillas, la del arte y la de la vida. Con apenas un lápiz y un papel en sus manos, Olga Diego hace visible, lo invisible.
Esa es la creación artística, la humana.


DESVELANDO LO OCULTO

AEROSTATO CON CUERPO, Benifato, 2002
“Tres señoras mayores del pueblo ofrecieron su ayuda para sostener el plástico del aerostato mientras se le aplicaba calor, al tiempo que opinaban y murmuraban entre sí, que aquello no subiría y menos con el muñeco aquel colgado. Pero las risas brotaron y la emoción nos atrapó a todxs cuando aquel “cacharro sin sentido” surcó el espacio a tal velocidad que al rato no era más que un punto casi imperceptible en el cielo. (Olga Diego)
El momento más impactante y en el que mostraba toda la fuerza de su fragilidad, fue cuando el aerostato se elevó por la fuerza del calor y se mantuvo suspendido en el aire dando la sensación de no querer aterrizar nunca, y de estar emprendiendo un viaje envidiado por lxs que quedamos en tierra acompañadxs nuestra aplastante pesadez, aunque contemplándolo pudimos sentirnos por unos momentos tan ligeros como él”.

VENTANA CENITAL, Festival FACYL, Salamanca, 2010
“La llegada a la plaza fue realmente espectacular. La gente estaba volcada con la performance y participó
excitada durante todo el tiempo. Generosamente el viento pareció amainar o al menos nos permitió operar. Y por fin el gran esfuerzo realizado tuvo su culminación. La plaza estaba llena de personas que observaban y se observaban en un juego incesante de saludos, risas, gritos y saltos. Expertos pescadores acudieron a darme consejos en el manejo del artilugio que ellos tan bien conocían. Parece que se percataban de la difícil tarea que tenía entre manos. Un auténtico festín de alegría, que solo se detuvo brevemente en los momentos en que el artefacto, nuevamente a causa del viento, llegó a chocar con los tejados cercanos perdiendo parte de sus piezas, pero logramos salvarlo sin mayor perjuicio. Unos momentos de peligro que la plaza vivió con emoción.”(OD)

DE ARTES Y LETRAS. Entrevista J.L. M. Messeguer diario INFORMACIÓN
“Confieso que de no encontrar el arte en mi época de adolescente, probablemente hoy me encontraría en un psiquiátrico, una prisión o muerta”.

“En muchos de los proyectos, se busca y se hace imprescindible la participación-implicación del público porque aunque siendo una obra surgida desde la inquietud personal, es creada como reflejo de una sociedad. Porque no es una obra que nace para ser exhibida y admirada, sino para ser construida y compartida por todxs, ya que la obra se forma con las reacciones y las emociones. Y aunque, tal vez, no todxs lxs espectadores comprendan que a aquello se le llame Arte y seguramente hasta nieguen que lo sea, lo que sí es cierto, es que permanecieron allí hasta el último momento”. (OD)


Delante nuestro tenemos dibujos de Olga Diego, unos hechos por placer, otros por necesidad de expresión o por deseo de indagar lo que nos rodea, lo que somos y lo que se esconde a nuestros ojos, pero también hay dibujos en sus cuadernos como parte del proceso de sus proyectos, esculturas hinchables, vuelo, performances o instalaciones interactivas. Cálculos matemáticos o medidas físicas junto a los bocetos de sus piezas definitivas. No obstante, como podemos advertir viendo los cuadernos, todos participan de unas cualidades artísticas similares a las obras definitivas porque un artista, como lo es Olga Diego, nunca confía al azar lo que ella ha comprometido en su hacer. La sencillez es extrema, algunos son tan etéreos como los globos subidos por hélio que la hacen volar. Están hechos a lápiz, acuarela, zumo de limón, tinta o fuego resolviendo la contradicción de ser precisos al tiempo que abiertos. Junto a los dibujos, encontramos fotografías de sus instalaciones o performances que nos ayudarán a entender mejor la complejidad de su trabajo. (Teresa Lanceta)